Plinio R. Carvajal H.
Dado que por fin se decidió la
esperada y siempre negada devaluación de la moneda venezolana, así mismo se han
producido una serie de declaraciones tanto a favor como en contra; se hace
inevitable tratar de una revisión más analítica y más reflexiva de esta medida.
En primer lugar, ¿Por qué esta
devaluación era tan esperada, a pesar de las declaraciones de voceros
gubernamentales siempre negándola? La razón es que nuestra moneda esta obvia y
fuertemente sobrevaluada. Las razones que demuestran esa sobrevaluación son
claras; si determinamos que resulta más económico adquirir bienes en el
extranjero con dólares a la tasa de cambio oficial que adquirirlos en el país,
es porque que la moneda local esta sobrevaluada.
¿Cómo ocurrió eso? Para el año
2005 la tasa de cambio oficial era de 2,15 y pasó a 4,30, reminiscencia y deseo
de imitar aquella tasa de cambio que se mantuvo sólida y estable durante tantos
años en el período puntofijista, una devaluación del 100%, (la devaluación del
llamado Viernes Negro fue del 74%, cuando pasó de 4,30 a 7,50 bs por dólar). Si
consideramos las sucesivas devaluaciones que van desde 1983 hasta 1999, el
bolívar pasó de 4,30 a 470; mientras que desde 1999 hasta hoy pasó de 470 a 6300
(oculto con la reforma monetaria que le quito los tres ceros a nuestra moneda).
Desde el año 2005 la inflación en
Venezuela se ha mantenido en niveles que van del 22% al 30 %, lo que implica
una inflación acumulada del 186,76 % y eso sin contar la brutal inflación de
enero 2013; (la más alta del mundo) mientras que USA (19,27%) y China (24,97)
muestran inflaciones acumuladas sensiblemente más bajas. Eso significa que esa inmensa
diferencia de inflación ha sobrevaluado nuestro signo monetario con relación a
nuestros principales socios comerciales, mientras la tasa oficial se ha
mantenido fija (salvo por las devaluaciones disfrazadas a través de los bonos
de PDVSA y el SITME, ahora desparecidos). Por ese motivo hemos visto como la
tasa no oficial, la que el gobierno piensa que por no nombrarla no existe, ha
escalado cifras asombrosas.
Esto se ha podido mantener
gracias a la buena fortuna de precios petroleros altos, pero estos precios aun
tan altos no han podido sostener la vorágine del consumo de dólares para las
importaciones y han llevado a un endeudamiento del Estado venezolano que deja
pálida a la deuda de los años 80 (alrededor de US$ 30 mil millones) que causo
la crisis de la deuda y el Viernes Negro, mientras que la deuda actual es de US $ 196 mil millones. Esta situación es
insostenible en el tiempo, una leve baja en los precios petroleros nos llevaría
a una catástrofe que incluiría, quizás, hasta hambrunas nunca vistas en
Venezuela.
Volviendo a la devaluación, como todo en el mundo tiene su lado bueno y su
lado malo. Una moneda sobrevaluada alienta las importaciones, ya que es más
barato importar que producir y/o consumir en el mercado interno. Todos hemos
sido testigos de la progresiva destrucción de la industria nacional. Los
textiles, la confección, los calzados, industrias compuestas esencialmente por
PYMES (pequeña y mediana industria) han ido desapareciendo al no poder competir
con los precios de la masiva industria china, apoyada por un bolívar
sobrevaluado. Así mismo la agro-industria va siendo desmantelada por la
importaciones de productos lácteas y vacunas de Uruguay y Argentina; no hace
falta ir a los informes del Banco central, basta ir a un supermercado o a una
tienda para constatar esta realidad. Hasta la gasolina la importamos de los
Estados Unidos. Además acabamos de ingresar a un TLC (Tratado de Libre
Comercio) que es el Mercosur, abriendo nuestros mercados a esos países.
Desde este punto de vista pareciera que la solución es devaluar; ayudamos a
la industria nacional y el gobierno obtiene más ingresos en bolívares que le
permiten continuar gastando más dinero: pero, ojo, hay un gran pero, la
devaluación. Cada vez que devaluamos subimos los costos de los productos
importados. Si la economía es sólida y productiva eso no afecta tanto, pues los
productos importados, ahora más caros, se reemplazan con productos nacionales,
pero ¿Es ese nuestro caso? ¿Estamos en capacidad de reemplazar esos productos
importados por producción nacional? No, sencillamente no, la industria nacional
fue expropiada, destruida o quebrada, aquí no se produce nada, todo se importa,
como vimos en el párrafo anterior, así que tendremos que seguir comprando los
productos importados al precio que sea.
Ante las ridículas, me disculpan la expresión pero no hay otra que se
ajuste, declaraciones de un ministro que decía que el venezolano de pie no necesita
dólares para vivir tenemos que abrir los ojos y ver la realidad. Cada vez que
nos llevamos un bocado de pan a la boca estamos pagando un producto importado,
cada vez que tomamos leche, comemos un bistec, compramos un pantalón, una
camisa, una plancha, un trozo de queso, un par de zapatos, ni hablar de un
televisor o un carro, estamos haciendo uso de dólares para importar eso que
comemos o usamos, y estaremos pagando en incrementos de precios la devaluación;
si nos va a afectar a todos, pobres y ricos, pero sobre todo a los pobres, que
gastan mayor porcentaje de su sueldo en comida, bebida y trasporte.
Entonces, ¿Es buena o mala la devaluación? Sera mala en un país sin
producción, y será buena en un país con una base industrial fuerte, o
acompañada de medidas que permitan el desarrollo industrial; con seguridad
jurídica, sin miedo a que montes una empresa y si resulte exitosa te la
expropien; estímulos a la producción, a la iniciativa privada, a la inversión
nacional y extrajera. Devaluación sola solo trae pobreza, devaluación
acompañada de producción trae progreso.
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